El 8 de mayo de 2022 abrió sus puertas al público el Jardín de la Paz, circundante al Centro Cultural Soka, en Rivas Vaciamadrid. La idea de este jardín, tal y como denota su nombre, nació con la intención de propagar un mensaje de paz a la sociedad, lo que unió al Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid y a la Soka Gakkai de España hace cerca de una década para poner en marcha su desarrollo. A través de la colaboración de numerosas personas, finalmente se pudo completar la primera fase de este proyecto. A la inauguración acudieron vecinos de Rivas Vaciamadrid, invitados especiales y miembros de la Soka Gakkai de España.
Tras un alegre recibimiento por parte de varios artistas, bajo un cielo azul y soleado y junto al monumento Manos por la paz, que se alza en el terreno del jardín desde el 15 de octubre de 2017, dio comienzo la ceremonia inaugural a cargo de la presentadora del acto. En él se pudieron escuchar palabras de Enrique Caputo, director general de la SGEs; Pedro del Cura, entonces alcalde de Rivas; Carlos Umaña, miembro del Grupo Directivo Internacional de ICAN, la Campaña Internacional para la abolición de las Armas Nucleares, premio nobel de la paz 2017; y Enrique Santiago, entonces secretario de Estado para la Agenda 2030. También se leyó un mensaje de Tomihisa Taue, entonces alcalde de Nagasaki, ciudad que colaboró en intercambios con el Ayuntamiento de Rivas entorno al programa “Rivas por la paz”. En sus intervenciones se compartió un mensaje de aliento a pensar y accionar por la paz tanto en el entorno inmediato como a escala global, resumidas en las palabras de Daisaku Ikeda: «La paz no solo es la ausencia de guerra. […] La paz verdadera solo se puede establecer sobre la base del respeto por la dignidad de la vida, del reconocimiento de nuestra humanidad común».
Acompañaron también la ceremonia, interpretaciones musicales de artistas de la Soka Gakkai y de The Vintage, dúo vinculado a la Escuela de Música de Rivas. Tras un breve recorrido por el Jardín, se realizaron ceremonias de plantación de dos árboles representativos: un sauce, árbol nacional de Ucrania, y un «cerezo Kayoko», símbolo de paz en Nagasaki, con la participación de niños y niñas, mensajeros del futuro. La ceremonia culminó con un espacio, en el que se prolongó el diálogo en torno a la paz y la amistad.