Conoce los monumentos, árboles y plantas del jardín…
Rosa Setsuko Thurlow
En honor a la superviviente de la bomba atómica que cayó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima y premio Nobel de la Paz 2017. Es una rosa de jardín, multicolor, naranja en verano y rosada en invierno. Es de apariencia delicada pero resistente. Arbustiva y floribunda -rosal intermedio entre los híbridos de té y los multifloras, resultado del cruzamiento entre ellos-.
Manos por la paz
Monumento que representa un mensaje contra la violencia en todas sus formas pero recordando la gravedad de las armas nucleares como la expresión de máxima violencia del ser humano y que se encuentran en la cúspide de la violencia. Una fuente que contiene un pilar donde se alzan unas manos de acero, para algunos una paloma, para otros unas manos goyescas.
Ginkgo biloba
Es uno de los organismos vivoes más antiguos de la tierra, un ser biótico que, con más de 270 millones de años de historia -su origen se remonta al período pérmico-, nació antes que los dinosaurios. Un año después de la explosión atómica en Hiroshima -6 de agosto de 1945- el árbol volvió a brotar: el milagro de la vida.
Sauce llorón (Salix babylonica)
Árbol nacional de Ucrania, plantado en este Jardín de la Paz el 8 de mayo de 2022 -el día de su inauguración- con el deseo de grabar en la memoria compartida que «Nada es más precioso que la paz. Nada produce mayor felicidad. La paz es el punto de partida básico para el progreso de la humanidad».
Cultivar un futuro de paz
El camino más seguro hacia el porvenir que deseamos se encuentra en el cultivo de los valores de paz en los corazones de quiénes lo protagonizarán: las generaciones más jóvenes, emisarias del futuro.
Los ocho vientos
Composición monumental alegórica construida reutilizando restos vegetales. La persona sabia, capaz de contribuir a la construcción de un mundo de paz, es la que no se deja perturbar por estos ocho vientos: Prosperidad, Decadencia, Deshonra, Honor, Alabanza, Censura, Sufrimiento y Placer.
Cerezo Kayoko (Prunus yedoensis)
Símbolo de la aspiración de paz, toma el nombre de los ejemplares plantados en la Escuela Primaria Shiroyama de Nagasaki, cuya destrucción por la bomba atómica el 9 de agosto de 1945 causó la muerte a más de 130 personas, la mayoría adolescentes.